En caligrafía, todas las letras se construyen a partir de unos trazos básicos. Pero antes, vamos a ver cómo empezar paso a paso.
Ya está, te has decidido y te apetece probar con esto de la caligrafía. Pero, ¿por dónde empezar?
El primer paso es conseguir los materiales. Los básicos que vas
a necesitar son: un palillero, plumillas, tinta y papel. Como
ya te comentamos en un post anterior, no hace falta gastarse mucho dinero para
empezar. Puedes ver nuestras recomendaciones low cost aquí.
Una vez
que tienes todo, empezaremos por poner la plumilla en el palillero. Podemos
encontrarnos palilleros como el oblicuo de la imagen, en el que no hay más que
una opción para insertar la plumilla, así que no hay duda. En el palillero
recto, ese que tiene cuatro pestañitas, no la tienes que meter en el centro, si
no que la inserción será entre la madera y el metal. Hay que comprobar que
quede firme y que no se nos vaya a mover al escribir.
El
siguiente paso, será mojar la plumilla con la tinta, y de ahí, al papel.
Puede
pasar que la tinta no fluya correctamente, que te parezca que resbala de la
plumilla. Eso es porque las plumillas se fabrican con una capa protectora que
hay que eliminar antes de usarla por primera vez. Para eliminar este “aceite”,
basta con frotarlas con un cepillo de dientes viejo y un poco de lavavajillas o
pasta de dientes. También sirve pasarles una llama un par de segundos, pero
cuidado con pasarte, que puedes estropear la plumilla. Al mojar la plumilla en la tinta, sed generosas, pero escurridla antes de empezar a escribir, para evitar goterones.
Ahora
sí que podemos empezar con los trazos básicos. Tienes que saber que las
plumillas son flexibles, la punta se abre más o menos dependiendo de la presión
que ejerzamos, y en esto se basa la escritura con pluma.
Puede decirse que hay dos
tipos de trazos básicos, los ascendentes y los descendentes. En los
ascendentes, casi no se ejerce presión, así que la tinta fluye desde la
plumilla dándonos una línea fina. En los descendentes, en cambio, hay que
ejercer presión contra el papel, de manera que la plumilla se abre, sale mucha
más tinta y el trazo que se obtiene es mucho más grueso. Hay que tener cuidado
de no ejercer demasiada presión, pues en ese caso, toda la tinta saldrá de
golpe, formando una gota enorme que va a estropear nuestro trabajo.
Para
conseguir controlar muy bien los trazos finos y los trazos gruesos, no queda
otra que practicar y practicar. Ten en cuenta que cada tipo de plumilla tiene distinta
flexibilidad así que con cada una tendrás
que repetir estos trazos básicos hasta conseguir controlar la presión exacta
que precisa cada trazo. Te dejamos unos ejemplos que te servirán para dar tus
primeros pasos en la caligrafía. Una vez los domines, podrás empezar con las
letras, pero eso será otro post.
Ah! Y una vez termines, no te olvides de limpiar tus plumillas. Elimina los restos de tinta con agua y sécalas muy bien con un trapo. Así estarán perfectas para la siguiente vez que vayas a practicar.
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