La escritora Rosa Chacel fue la única que logró hacerse un hueco entre sus compañeros y se la reconoce como parte de la Generación del 27. Se incorporó al grupo de las Sin Sombrero más tarde que sus amigas y fue menos activa en sus manifestaciones, pero por su obra y su particular visión del feminismo también ha servido como inspiración para este reto caligráfico de marzo.
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Rosa Chacel Arimón nace en Valladolid en 1898, en el seno de una familia liberal con gusto por el arte y la literatura. A pesar de pasar su infancia en casa por prescripción médica, Rosa desarrolla una libertad de pensamiento poco frecuente en la época, aptitudes y actitudes que seguro están estrechamente relacionadas con esa “intensidad maniática” – como ella misma llegó a afirmar-, con la que sus padres la educaron y formaron en casa. Como anécdota, dicen que con tres añitos ya era capaz de recitar poemas de Zorrilla, del que era sobrina nieta.
Cuando Rosa tenía 10 años, su familia se traslada a vivir a Madrid, al barrio de Malasaña, entonces barrio de Las Maravillas, lugar que daría nombre a una de sus novelas más celebradas. Allí, con 17 años, Rosa ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde comienza sus estudios de escultura y coincide ya con Timoteo Pérez Rubio, quien acabaría siendo su marido.
Retrato de Rosa Chacel por Timoteo Pérez Rubio. |
Después de tres años, Rosa abandona sus estudios de escultura al darse cuenta de que no es su verdadera vocación. Chacel frecuenta lugares como el Ateneo, la Residencia de Estudiantes o el café Pombo, donde contacta con pensadores y escritores y donde participa en tertulias literarias y artísticas. En el Ateneo de Madrid ofrece la conferencia “La mujer y sus posibilidades”, que generaría mucha agitación y polémica.
En 1922 Rosa se casa con Timoteo Pérez, a quién le habían concedido una beca en Roma. Allí la pareja reside durante seis años para luego regresar a un Madrid en pleno apogeo cultural y creativo, del que se había perdido sus primeros años. Sin embargo, pronto recuperará su actividad literaria tras integrarse en el círculo de su admirado Ortega y Gasset, lo que le permitió publicar en importantes publicaciones.
La década de los 30 fue agitada en la vida de Rosa Chacel: nace su hijo Carlos, consigue que publiquen su primera obra Estación. Ida y vuelta; en el 33, tras la muerte de su madre, se traslada un tiempo a Berlín, donde coincide con María Teresa León y Rafael Alberti; y el 36 (¡ay, el 36!), cuando por su significación política, decide exiliarse a París (decisión muy criticada por muchos de sus amigos, como su querida y admirada María Zambrano).
Durante los años posteriores, el fascismo continúa su avance por Europa y Rosa, junto a su marido y su hijo, deciden exiliarse a Sudamérica, donde residen en Brasil y Buenos Aires. La familia de Rosa pasa necesidades económicas, pero ella nunca dejade trabajar como escritora y traductora (Rosa Chacel es la traductora de La Peste de Albert Camus) ni de participar en la vida intelectual de allá donde se encontrara. Mientras que en Brasil nunca se sintió del todo integrada, en Buenos Aires sus escritos gozaban de buena fama y allí volvió a tomar contacto con jóvenes de España que recuperaban y estudiaban su obra. En la capital argentina escribió La sinrazón, la que se ha calificado como su mejor obra literaria.
Desde los años 60, Chacel vuelve a España en varias ocasiones y ya será en 1977, tras la muerte de su marido, cuando se traslada definitivamente a vivir a Madrid. En la época de la transición y la restauración de la democracia se redescubre su obra y su figura. La autora es especialmente prolífica y se reeditan varias de sus obras.
En la extensa obra literaria de Rosa Chacel la mujer siempre tiene un gran protagonismo. Sus personajes femeninos reflejan dos visiones antagónicas (o quizá no tanto) de la mujer de la época: mujeres que pasivas se dedican a “sus labores”, chismosas y con escasa inclinación por el estudio frente a mujeres de inteligencia superior, libres e independientes en búsqueda de su realización personal.
Para Rosa, hombres y mujeres eran iguales, y por ello nunca se unión al movimiento feminista, ya que confiaba en que la revolución de los hombres acabaría incluyendo a la mujer. Rosa realizó múltiples y diversas publicaciones en torno al tema del feminismo y el papel de la mujer en la historia.
Rosa Chacel murió en 1994 tras decenas de ensayos, novelas, poemas, conferencias, tertulias, traducciones… Rosa Chacel, trabajadora incansable durante toda su vida, nos ha servido de inspiración en este mes y para algunos años más.
Con ella cerramos nuestro reto de marzo. Para repasar todo lo que ha dado de sí, echad un vistazo a los hastags #marzosinsombrero y #mujeresenlasombra.