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domingo, 19 de noviembre de 2017

Caligrafía y Navidad: más aplicaciones

Casi sin darnos cuenta, nos plantamos en Navidad. La caligrafía puede ayudarnos en los preparativos: tarjetas, regalos, empaquetados, decoración... Son muchas las aplicaciones de las letras en diferentes superficies. Esperamos que os sirvan de inspiración.



Hace ya un tiempo os ofrecimos una pequeña recopilación de aplicaciones navideñas de la caligrafía y el lettering, que podéis ver AQUÍ. Aunque hemos descubierto algunas más. Hoy repasamos las más importantes.

En primer lugar, claro. Están las tarjetas, felicitaciones de Navidad o Christmas. Se merecerían un post propio, porque las posibilidades son infinitas. Tantas como estilos de letra y de materiales podemos combinar. Con plumilla, rotulador o pincel la caligrafía se puede combinar con otras técnicas como la acuarela, el embossing (repujado o relieve), estampado con sellos... para enviar nuestros mejores deseos.



Foto: @mierdeces

Sin olvidarnos de los brillos, claro. Por aquí hay algunas adictas a las Coliro (antiguas Finetec).


Vídeo: @silviagadu

Además de las felicitaciones, con la caligrafía podemos preparar regalos personalizados, como pósters hechos con lettering y frases inspiradoras.





Pero más allá del papel hay todo un mundo. Sobre todo si recurrimos a los rotuladores para porcelana o los permanentes. Por ejemplo, tazas.




Pequeños jarrones reciclados, usando bombillas.

 Foto: @laurasaapena

Podemos personalizar todo lo que se nos ocurra, como las carcasas de los teléfonos móviles.


O incluso monopatines.



También puedes animarte a pintar sobre tela: camisetas, bolsos... la imaginación es el límite. Aquí os recomendamos pinceles y pintura especial.



Evidentemente, las letras también nos son útiles en el empaquetado de regalos. Podemos hacer desde los papeles para envolver hasta las etiquetas o las tarjetitas que acompañan los regalos.

  Foto: @tonyimateos
Caligrafía: @nataliatrias

 Foto: @mahtildart

La caligrafía y el lettering pueden ser grandes aliados si hablamos de decoración navideña. L@s que tengan buen pulso pueden atreverse a caligrafiar sobre las bolas de Navidad. Aviso: pintar sobre una superficie curva tiene tela, así que paciencia.



También podemos usar las letras para marcar los sitios de cada uno en la mesa.



Incluso, si tenemos una celebración grande, organizar las mesas con una distribución caligrafiada en espejos. Esta foto es de una boda, pero lo molón que quedaría en vuestra cena familiar, eh?

 Foto: @laplumista

Ya veis que las letras pueden aplicarse en multitud de superficies. La caligrafía y el lettering pueden ser  buenas compañeras en nuestros preparativos navideños. Animaos!


domingo, 10 de septiembre de 2017

Pequeño ABC de estilos de caligrafía

Quieres aprender caligrafía, pero no sabes por qué estilo decantarte. Talleres de inglesa, de gótica, de bastarda, de rotunda... Hay tantos tipos de letra que acabas por confundirlas... No te preocupes porque hoy vamos a repasar algunos de los estilos de caligrafía más conocidos para que lo tengas un poquito más claro y te sirva de recurso para elegir o, por lo menos, como inspiración.



Regresamos fuertes tras las vacaciones de verano, con un repaso a diferentes estilos de caligrafía. Intentaremos seguir un poco el orden cronológico, aunque tampoco pretendemos dar ninguna clase de Historia. Tan solo cuatro pinceladas de los principales tipos de letras que podéis encontrar.

Los principales alfabetos occidentales tuvieron su origen en el semítico septentrional o cananeo, datado entre el 1700 y el 1500 a.C., en el Próximo Oriente. De él derivaron el fenicio, el griego y finalmente el alfabeto latino, creado por los romanos. En el siglo I de nuestra era estaba constituido por 23 letras. Las letras romanas o capitales son nuestras actuales letras mayúsculas. Fáciles de identificar y no tanto de escribir con sus armónicas proporciones.

 Imagen: @silviagadu

Tras la caligrafía romana surgió la uncial, de uso común entre los siglos III y VII, principalmente por los escribas latinos y griegos. Desde el siglo VIII y hasta el siglo XIII se utilizó a menudo en títulos y letras capitales.

En sus inicios las formas se caracterizaban por un trazo simple, con letras redondeadas.  La escritura minúscula más compacta surge alrededor del año 800. Se escribe con plumilla plana con un ángulo de 30 grados.


Imagen: @merletterink

Imagen: @nataliatrias

Existen diferentes variantes de la uncial, algunas con trazos exagerados y florituras. La uncial artificial, por ejemplo, utiliza un ángulo de plumilla de 10 grados.

Aproximadamente entre los siglos IX y XIII, se extendió el uso de la escritura carolina o carolingia. El emperador Carlomagno encargó al monje Alcuino de York la creación de una escritura para usar de manera uniforme en todos los documentos de su imperio. De ella surgirán más tarde y a lo largo de la Edad Media, las escrituras gótica, lombarda y otras.

La minúscula carolingia era clara y uniforme, con formas redondeadas. La pluma era inclinada entre 35° y 45°. 


Página del Freisinger Denkmäler, siglo X.  Imagen: Marjan Smerke

El gótico es un alfabeto manuscrito que fue creado en el siglo VI. Tiene su origen en el Codex Argenteus, “Libro o Biblia de plata” en latín. Es fundamentalmente una adaptación del alfabeto griego en su grafía uncial.

Cuando se recupera en la Edad Media, utilizan el alfabeto latino imitando el estilo de escritura del gótico. Tuvo su esplendor entre los años 1150 y 1500. Destaca por perfiles rectos, que rompen las líneas redondeadas de las letras. Se escribe con plumilla plana y es importante mantener la inclinación a 45 grados.

Imagen: @silviagadu

La caligrafía gótica derivó en otros subestilos, como la rotunda (también llamada gótica redonda o gótica de libros). Es esencialmente de forma redonda. Tiene parecido con la carolina, pero las letras presentan cierta angulosidad y trazos más gruesos, lo que hace que tenga un mayor peso visual.


Imagen: Libro de coro de la Catedral de México

Este estilo fue tan bien acogido que se incluye en prácticamente todos los manuales de enseñanza de la escritura impresos en el Renacimiento. También dio origen a la letra redondilla surgida en España a partir del siglo XVI.




La caligrafía cancilleresca aparece en Italia por los siglos XIV y XV.  Sus trazos presentan una inclinación ligera y sus ascendentes y descendentes son largos y muy versátiles. Sus formas de caja baja están basadas en la minúscula carolingia así como en la mercantesa, una letra gótica de estilo cursivo usada en Italia. Las mayúsculas, a su vez, se basan en la forma de la romana.

Se han desarrollado cuatros tipos de cancilleresca: la cursiva, más apretada; la formata, más redonda y recta; la bastarda, que reúne característica de las dos anteriores, y la cancilleresca moderna.



En el siglo XVI surge una variante simplificada y dulcificada de la escritura cancellaresca, la bastarda. Juan de Icíar fue el creador de la bastarda española. Muy semejante a la cursiva de imprenta, inclinada a la derecha, muy clara, regular, de proporciones simétricas, tamaño pequeño y casi desprovista de nexo.


Imagen:  Cancelleresca bastarda de Juan de Icíar, Lámina del fol. Cv del Libro Subtilissimo, Sevilla Alonso de Barrera, 1596

En el Renacimiento se imponen las letras humanísticas, itálicas y cancillerescas. Las primeras itálicas se crearon hacia 1500. Se alargan los trazos, se contrastan delgados y gruesos, se redondean las letras. Es una letra elegante que, aunque puede escribirse recta, lo habitual es que tenga una ligera inclinación a la derecha. El ángulo de la pluma también es de 45 grados. 


Imagen: @laplumista

Más redondeada es la letra fundacional, con una gran influecia de las clasicas «Roman capital» y las carolingias. Creada en el siglo XX por Edward Johnston a partir de documentos medievales.
La proporcion de esta letra es muy diferente de la itálica. Su cuerpo es de unos cuatro puntos de pluma y su trazo ascendente o descendente, de tres puntos; de manera que sobresalen sobre el cuerpo. Los remates se elaboran con trazos diagonales. Se escribe con una herramienta de punta ancha en un ángulo de 30 grados.

Imagen: @silviagadu

En el siglo XX también se desarrollan otros estilos, como el Neuland. La mayúscula se basa en las letras diseñadas por el alemán Rudolph Koch, considerado uno de los padres de la caligrafía moderna. Son letras gruesas, ideales para trabajos a gran escala. Hay que variar el ángulo de la plumilla o el pincel para mantener el máximo grueso del trazo.

Imagen: @silviagadu


Imagen: @laplumista

Llegamos por fin a las plumillas acabadas en punta. La caligrafía inglesa o Copperplate se caracteriza por unos rasgos más inclinados que la itálica, pasando de los 5º a los 55º . Es una letra de rasgos góticos, muy "adornados" o barrocos, de gran belleza . Se desarrolló en la Inglaterra del siglo XVIII.

Imagen: @silviagadu

 Imagen: @nataliatrias

La denominada caligrafía moderna o expresiva son variaciones de la inglesa. Podemos modificar el tamaño de las letras, exagerar las florituras, romper la línea del texto... las posibilidades son casi infinitas (siempre que el resultado sea legible).

Imagen: @merletterink

Imagen: @laplumista

Lo más divertido, mezclar estilos, como esta preciosa combinación de gótica y moderna.

Imagen:  @silviagadu 

Esperamos que este pequeño ABC de estilos de caligrafía os haya aclarado algunas dudas o, por lo menos, que os dé ideas para probar. Animaros a practicar distintos alfabetos!


viernes, 31 de marzo de 2017

Las Sin Sombrero: Rosa Chacel

La escritora Rosa Chacel fue la única que logró hacerse un hueco entre sus compañeros y se la reconoce como parte de la Generación del 27. Se incorporó al grupo de las Sin Sombrero más tarde que sus amigas y fue menos activa en sus manifestaciones, pero por su obra y su particular visión del feminismo también ha servido como inspiración para este reto caligráfico de marzo. 

 

Imagen: generandolecturas.files.wordpress.com

Rosa Chacel Arimón nace en Valladolid en 1898, en el seno de una familia liberal con gusto por el arte y la literatura. A pesar de pasar su infancia en casa por prescripción médica, Rosa desarrolla una libertad de pensamiento poco frecuente en la época, aptitudes y actitudes que seguro están estrechamente relacionadas con esa “intensidad maniática” – como ella misma llegó a afirmar-, con la que sus padres la educaron y formaron en casa. Como anécdota, dicen que con tres añitos ya era capaz de recitar poemas de Zorrilla, del que era sobrina nieta.

Cuando Rosa tenía 10 años, su familia se traslada a vivir a Madrid, al barrio de Malasaña, entonces barrio de Las Maravillas, lugar que daría nombre a una de sus novelas más celebradas. Allí, con 17 años, Rosa ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde comienza sus estudios de escultura y coincide ya con Timoteo Pérez Rubio, quien acabaría siendo su marido.

Retrato de Rosa Chacel por Timoteo Pérez Rubio.

Después de tres años, Rosa abandona sus estudios de escultura al darse cuenta de que no es su verdadera vocación. Chacel frecuenta lugares como el Ateneo, la Residencia de Estudiantes o el café Pombo, donde contacta con pensadores y escritores y donde participa en tertulias literarias y artísticas. En el Ateneo de Madrid ofrece la conferencia “La mujer y sus posibilidades”, que generaría mucha agitación y polémica.

En 1922 Rosa se casa con Timoteo Pérez, a quién le habían concedido una beca en Roma. Allí la pareja reside durante seis años para luego regresar a un Madrid en pleno apogeo cultural y creativo, del que se había perdido sus primeros años. Sin embargo, pronto recuperará su actividad literaria tras integrarse en el círculo de su admirado Ortega y Gasset, lo que le permitió publicar en importantes publicaciones.

La década de los 30 fue agitada en la vida de Rosa Chacel: nace su hijo Carlos, consigue que publiquen su primera obra Estación. Ida y vuelta; en el 33, tras la muerte de su madre, se traslada un tiempo a Berlín, donde coincide con María Teresa León y Rafael Alberti; y el 36 (¡ay, el 36!), cuando por su significación política, decide exiliarse a París (decisión muy criticada por muchos de sus amigos, como su querida y admirada María Zambrano).


Durante los años posteriores, el fascismo continúa su avance por Europa y Rosa, junto a su marido y su hijo, deciden exiliarse a Sudamérica, donde residen en Brasil y Buenos Aires. La familia de Rosa pasa necesidades económicas, pero ella nunca dejade trabajar como escritora y traductora (Rosa Chacel es la traductora de La Peste de Albert Camus) ni de participar en la vida intelectual de allá donde se encontrara. Mientras que en Brasil nunca se sintió del todo integrada, en Buenos Aires sus escritos gozaban de buena fama y allí volvió a tomar contacto con jóvenes de España que recuperaban y estudiaban su obra. En la capital argentina escribió La sinrazón, la que se ha calificado como su mejor obra literaria.

Desde los años 60, Chacel vuelve a España en varias ocasiones y ya será en 1977, tras la muerte de su marido, cuando se traslada definitivamente a vivir a Madrid. En la época de la transición y la restauración de la democracia se redescubre su obra y su figura. La autora es especialmente prolífica y se reeditan varias de sus obras.

En la extensa obra literaria de Rosa Chacel la mujer siempre tiene un gran protagonismo. Sus personajes femeninos reflejan dos visiones antagónicas (o quizá no tanto) de la mujer de la época: mujeres que pasivas se dedican a “sus labores”, chismosas y con escasa inclinación por el estudio frente a mujeres de inteligencia superior, libres e independientes en búsqueda de su realización personal.


Para Rosa, hombres y mujeres eran iguales, y por ello nunca se unión al movimiento feminista, ya que confiaba en que la revolución de los hombres acabaría incluyendo a la mujer. Rosa realizó múltiples y diversas publicaciones en torno al tema del feminismo y el papel de la mujer en la historia.

Rosa Chacel murió en 1994 tras decenas de ensayos, novelas, poemas, conferencias, tertulias, traducciones… Rosa Chacel, trabajadora incansable durante toda su vida, nos ha servido de inspiración en este mes y para algunos años más.

Con ella cerramos nuestro reto de marzo. Para repasar todo lo que ha dado de sí, echad un vistazo a los hastags #marzosinsombrero y #mujeresenlasombra.

miércoles, 29 de marzo de 2017

En torno a las Sin Sombrero: Clara Campoamor

La política Clara Campoamor no perteneció directamente a las Sin Sombrero, pero fue una de sus precursoras. Luchó por los derechos de la mujer junto a otras valientes como Victoria Kent, Margarita Nelken o María de Maeztu. En este reto también nos hemos inspirado en ella.



Durante todo el mes de marzo hemos rendido homenaje a unas mujeres de gran talento artístico e intelectual que rompieron las normas culturales y sociales de una España previa a la Guerra Civil: las Sin Sombrero. Aunque otras antes dieron los primeros pasos para que ellas acabaran liberándose del peso social que las limitaba a un papel únicamente de madres y esposas. Campoamor fue una de ellas.

Clara Campoamor Rodríguez nació en Madrid en 1888. Su padre murió cuando ella tenía diez años, lo que la obligó a abandonar sus estudios para poder colaborar en la economía familiar. Trabajó como modista, dependienta de comercio y telefonista. En 1914, ganó con el primer puesto por oposición, una plaza en el Ministerio de Instrucción Pública. Esto la llevó a ejercer como profesora especial de taquigrafía y mecanografía en las Escuelas de Adultas. Durante los años siguientes alternó este trabajo con los de traductora de francés, auxiliar mecanógrafa y secretaria en un periódico conservador, trabajo que le llevó a interesarse por la política y a publicar algún artículo.


En 1920 inició sus estudios de bachiller. Después se matriculó en la Facultad de Derecho y se licenció con 36 años, en diciembre de 1924. Se convirtió en una de las pocas abogadas españolas de la época. Un año después fue la segunda mujer en incorporarse al Colegio de Abogados de Madrid, un mes después que Victoria Kent.

Tras proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida diputada por la circunscripción de la ciudad de Madrid en las elecciones de 1931. En aquel momento las mujeres podían ser elegidas, pero no ser electoras. Se había afiliado al Partido Radical, puesto que éste se proclamaba "republicano, liberal, laico y democrático", constantes de su propio ideario político.

Durante el período de las Cortes Constituyentes de 1931 formó parte del equipo que elaboró el proyecto de la Constitución de la nueva República. Luchó por que se estableciera la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse en las Cortes de España.

La izquierda, con la excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, no querían que la mujer votase porque se suponía que estaba muy influida por la Iglesia y votaría a favor de la derecha. Por ello, el Partido Radical Socialista enfrentó a Clara con otra reconocida diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres. El debate final se celebró el 1 de octubre de 1931. Acabó venciendo el sí, con 161 votos a favor y 121 en contra. Se aprobó así el artículo 36 que hizo posible el sufragio femenino.


Clara Campoamor antepuso los intereses de la mujer a cualquier interés partidista o electoralista. Para ella era obvio que la mujer merecía tener los mismos derechos que el hombre, en todos los aspectos, y consideraba que sería un grave error político dejar a la mujer al margen de ese derecho.



En 1934, Campoamor abandonó el Partido Radical. Ese mismo año, intentó unirse a Izquierda Republicana, pero su admisión fue denegada. Fue entonces cuando publicó Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, donde describe sus luchas parlamentarias.



Clara y el feminismo

En una serie de conferencias pronunciadas en mayo de 1923 en la Universidad Central, describe lo que para ella era el feminismo. Este vocablo le parecía absurdo porque, y aunque lo aceptaba como fórmula breve, consideraba que era interpretado de forma errónea, como lo era el pensar que sería “solamente beneficioso para la mujer lo que será un mejoramiento purificador de la humanidad”.

Para ella, en toda mujer hay una feminista.



Cuando estalló la Guerra Civil se exilió en París. Vivió una década en Buenos Aires donde se ganó la vida traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías (Concepción Arenal, Sor Juana Inés de la Cruz, Quevedo). Intentó regresar a España a fines de la década de 1940, pero desistió al conocer la noticia de que estaba procesada por su pertenencia a una logia masónica.

En 1955 se instaló en Lausana (Suiza) donde trabajó en un bufete de abogados hasta que perdió la vista. Murió de cáncer en abril de 1972. Sus restos mortales fueron trasladados algunos años después de su muerte a San Sebastián.

En ESTE ENLACE encontraréis la película de Laura Mañá, Clara Campoamor, la mujer olvidada, de 2011.








lunes, 27 de marzo de 2017

Las Sin Sombrero: Maruja Mallo

Maruja Mallo fue una de las figuras centrales del movimiento de las Sin Sombrero y de la Generación del 27. Pintora, artista revolucionaria y pensadora, sus obras y su trayectoria vital nos inspiran en este reto de marzo, ya en su recta final.

 

Mujer libre y rompedora, apasionada y apasionante, que se anticipó e hizo posible, junto a otras mujeres, el modelo femenino que somos en la actualidad, y que ni la Guerra del 36, que acabó con tantos sueños de libertad e igualdad, pudo borrar.


Tània Balló, en su libro Las Sinsombrero, la define así: “Maruja Mallo fue la primera Sinsombrero que se cruzó en mi camino. La mujer más original, moderna y transgresora de la España de los años veinte y treinta. La artista vanguardista, la pintora de grandes lienzos llenos de colores, movimiento y geometría. Ella, que se quitó el sombrero, que quiso ser pintor y no pintora; ella, que amó a todos los hombres que quiso amar y lo hizo sin prejuicios; ella, que rompió todos los límites que a priori se le imponían por el absurdo hecho de ser mujer”.

Maruja, con un manto de algas

Ana María Gómez González nació en Vivero (Lugo) el 5 de enero de 1902. Fue la cuarta hija, de catorce, del matrimonio formado por María del Pilar González y Justo Gómez Mallo. En Avilés desde temprana edad comienza a copiar las ilustraciones de las revistas de la época. Con veinte años entra en la Academia de San Fernando hasta 1926, con el apoyo total de su padre; lo que resultaba cuanto menos curioso en aquellos momentos, por el poco número de mujeres que iban a la universidad y sobre todo a Bellas Artes.

"La infancia es trascendental para la vida del hombre. Maléfica influencia la de la tradición o educación atávica. En la Escuela de Bellas Artes de Madrid, donde ingresé, conocí a Dalí, que me presentó a Lorca y a Buñuel. Salíamos mucho juntos Dalí, Lorca, Margarita Manso y yo. Íbamos al jazz, yo escondiéndome porque no hubiera estado bien visto que una señorita frecuentara esos sitios", recordaba la propia artista. Con ellos inició, como ya hemos comentado, el movimiento Sin Sombrero. Maruja Mallo declara acerca de aquella performance primera que los insultaban llamándolos «maricones» y «narcisistas», lo cual corresponde con la imagen andrógina que sugería el nuevo estilo a lo garçon.

Mujer inquieta que intentó hacerse un hueco e integrarse “a codazos” en los movimientos de vanguardia en Madrid, en los años de preguerra. Una vanguardia fundamentalmente masculina, muy adelantada a nivel de creatividad y muy reaccionaria en todo lo que tenía que ver con la mujer y a la que ella accede desde una postura de adhesión a los postulados del surrealismo y una actitud innovadora y rupturista, junto a los grandes nombres del momento, como Dalí, García Lorca, Ramón Gómez de la Serna o Rafael Alberti. Ortega y Gasset le “permite”, caso excepcional, exponer en los salones de «Revista de Occidente», en 1928. Respecto a su obra, encaja con la estética del momento en Europa y que se denominó Realismo Mágico. Y es un referente del surrealismo internacional.

La Verbena, 1927


Antro de fósiles, 1930

Los hombres no entendieron su forma libre y firme de actuar, no como una mujer “mascota” sino activa y fuerte. Incluso Alberti la negó durante décadas, como compañera sentimental y como influencia artística. Si leemos a José Luis Ferris, biógrafo de Maruja Mallo y de Miguel Hernández, sabemos que también mantuvo con él una relación amorosa que influyó poderosamente en la poesía del alicantino.


Su actitud política y su compromiso con la República podemos conocerlos por sus propias palabras: La noble República fundada por prohombres de aquella hora, y que tanto hizo por la cultura, el arte, la ciencia, la justicia social, había nacido en un momento anacrónico y desarmada, mientras a nivel mundial se preparaban mayores conflictos. Ese conjunto de humanistas fue atropellado por traición cainita y poderes extranjeros, ante la indiferencia de una Europa que no creía disfrutar tan pronto de una guerra.

Empezada la guerra del 36 Maruja se exilia.


 La sorpresa del trigo, 1936

Portugual, Argentina, Uruguay, Nueva York... Aunque la mayor parte del tiempo la pasó en Buenos Aires, no dejó de exponer en París, Brasil...



 Naturaleza viva, 1945

No volverá a España hasta el 1963. Maruja Mallo lleva una vida bastante anónima, a pesar de que en la década de los 80 los artistas de la Movida retoman su figura y el Ministerio de Cultura le conceda la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes. 


El 6 de febrero de 1995 muere en Madrid a los 93 años, según algunos críticos olvidada e incluso manipulada por las corrientes culturales del momento.

Maruja Mallo fue sin duda una figura clave para el movimiento Sin Sombrero. En este reto caligráfico, ha inspirado trabajos tan originales como ella.




Podéis repasar toda la inspiración que nos han dado estas grandes mujeres con los hastags #marzosinsombrero y #mujeresenlasombra.