miércoles, 29 de marzo de 2017

En torno a las Sin Sombrero: Clara Campoamor

La política Clara Campoamor no perteneció directamente a las Sin Sombrero, pero fue una de sus precursoras. Luchó por los derechos de la mujer junto a otras valientes como Victoria Kent, Margarita Nelken o María de Maeztu. En este reto también nos hemos inspirado en ella.



Durante todo el mes de marzo hemos rendido homenaje a unas mujeres de gran talento artístico e intelectual que rompieron las normas culturales y sociales de una España previa a la Guerra Civil: las Sin Sombrero. Aunque otras antes dieron los primeros pasos para que ellas acabaran liberándose del peso social que las limitaba a un papel únicamente de madres y esposas. Campoamor fue una de ellas.

Clara Campoamor Rodríguez nació en Madrid en 1888. Su padre murió cuando ella tenía diez años, lo que la obligó a abandonar sus estudios para poder colaborar en la economía familiar. Trabajó como modista, dependienta de comercio y telefonista. En 1914, ganó con el primer puesto por oposición, una plaza en el Ministerio de Instrucción Pública. Esto la llevó a ejercer como profesora especial de taquigrafía y mecanografía en las Escuelas de Adultas. Durante los años siguientes alternó este trabajo con los de traductora de francés, auxiliar mecanógrafa y secretaria en un periódico conservador, trabajo que le llevó a interesarse por la política y a publicar algún artículo.


En 1920 inició sus estudios de bachiller. Después se matriculó en la Facultad de Derecho y se licenció con 36 años, en diciembre de 1924. Se convirtió en una de las pocas abogadas españolas de la época. Un año después fue la segunda mujer en incorporarse al Colegio de Abogados de Madrid, un mes después que Victoria Kent.

Tras proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida diputada por la circunscripción de la ciudad de Madrid en las elecciones de 1931. En aquel momento las mujeres podían ser elegidas, pero no ser electoras. Se había afiliado al Partido Radical, puesto que éste se proclamaba "republicano, liberal, laico y democrático", constantes de su propio ideario político.

Durante el período de las Cortes Constituyentes de 1931 formó parte del equipo que elaboró el proyecto de la Constitución de la nueva República. Luchó por que se estableciera la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse en las Cortes de España.

La izquierda, con la excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, no querían que la mujer votase porque se suponía que estaba muy influida por la Iglesia y votaría a favor de la derecha. Por ello, el Partido Radical Socialista enfrentó a Clara con otra reconocida diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres. El debate final se celebró el 1 de octubre de 1931. Acabó venciendo el sí, con 161 votos a favor y 121 en contra. Se aprobó así el artículo 36 que hizo posible el sufragio femenino.


Clara Campoamor antepuso los intereses de la mujer a cualquier interés partidista o electoralista. Para ella era obvio que la mujer merecía tener los mismos derechos que el hombre, en todos los aspectos, y consideraba que sería un grave error político dejar a la mujer al margen de ese derecho.



En 1934, Campoamor abandonó el Partido Radical. Ese mismo año, intentó unirse a Izquierda Republicana, pero su admisión fue denegada. Fue entonces cuando publicó Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, donde describe sus luchas parlamentarias.



Clara y el feminismo

En una serie de conferencias pronunciadas en mayo de 1923 en la Universidad Central, describe lo que para ella era el feminismo. Este vocablo le parecía absurdo porque, y aunque lo aceptaba como fórmula breve, consideraba que era interpretado de forma errónea, como lo era el pensar que sería “solamente beneficioso para la mujer lo que será un mejoramiento purificador de la humanidad”.

Para ella, en toda mujer hay una feminista.



Cuando estalló la Guerra Civil se exilió en París. Vivió una década en Buenos Aires donde se ganó la vida traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías (Concepción Arenal, Sor Juana Inés de la Cruz, Quevedo). Intentó regresar a España a fines de la década de 1940, pero desistió al conocer la noticia de que estaba procesada por su pertenencia a una logia masónica.

En 1955 se instaló en Lausana (Suiza) donde trabajó en un bufete de abogados hasta que perdió la vista. Murió de cáncer en abril de 1972. Sus restos mortales fueron trasladados algunos años después de su muerte a San Sebastián.

En ESTE ENLACE encontraréis la película de Laura Mañá, Clara Campoamor, la mujer olvidada, de 2011.








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